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miércoles, 17 de agosto de 2011

ÉTICA Y PROFESIONALIDAD SANITARIA (I)



















Para crear y mantener la confianza en la profesión, los médicos tienen que asegurarse de que su práctica refleja el comportamiento que la sociedad espera de ellos.
Rosen R, Dewar S.

Hace unas semanas se presentó públicamente el nuevo Código de Deontología Médica, elaborado por la Comisión Deontológica de la Organización Médica Colegial (OMC) que bien podría definirse como una auténtica guía de ética médica para el s.XXI.
Como recoge en su propio texto el documento, se trata de “codificar sólo aquellas conductas y situaciones que sean asumidas por la mayoría de los profesionales, sin quebrantar la conciencia de nadie, ni violentar los fundamentos éticos que garantizan la convivencia de un amplio colectivo, que necesariamente ha de tener y mantener opiniones distintas ante algunos dilemas, que el ejercicio de una medicina cada vez más compleja plantea.”
Es obvio que desde hace unos treinta años la práctica de la medicina y la producción de servicios sanitarios se encuentran en un proceso de cambio, relacionado tanto con el gran desarrollo científico y técnico, como con un cambio social que implica un incremento del poder del ciudadano para decidir qué consume y qué servicios utiliza. Este proceso afecta de manera muy importante a las relaciones de los profesionales de la salud, entre ellos y con los ciudadanos y la sociedad en conjunto, y las instituciones deben asumir una gran parte de la responsabilidad de los servicios que prestan.
En este contexto, superado en muchos casos por los acontecimientos, el hasta hace poco vigente Código de Ética y Deontología de la profesión médica (de 1999), presentaba elementos que le conferían un carácter -digamos- excesivamente corporativo y anacrónico, una cierta obsolescencia en sus planteamientos y una formulación poco comprensible para los propios profesionales y los pacientes. Parecía necesaria por tanto una profunda revisión, que evitase que fuera visto como mera fórmula para enmascarar otro tipo de intereses, alejados de una práctica comprometida con la realidad actual.
En opinión de muchos, los códigos deontológicos que, cuando la medicina empezó a hacerse más compleja, eran la síntesis de las obligaciones profesionales, se han convertido en la actualidad en una expresión parcial e insuficiente de lo que habría que buscar como excelencia profesional y debería recogerse en un código universalmente aceptado. Lo que en su día fue denominado “deontología profesionaly que se concretó en códigos de conducta, mayormente elaborados por los colegios profesionales, eran hasta hoy poco más que un sucedáneo de la legislación, que alimentaba esa forma de responsabilidad que es necesario superar o complementar, porque es meramente jurídica.
Precisamente uno de los principales retos de la profesionalidad médica se encuentra en la adopción de patrones de conducta y estilos de práctica profesional, basados en una serie de valores explícitos, que incrementen y consoliden la confianza de la sociedad en la profesión médica, adaptándose ésta a las nuevas realidades sociales (Jovell AJ, Navarro MD.: Profesión médica en la encrucijada: hacia un nuevo modelo de gobierno corporativo y de contrato social”. Fundación Alternativas, 2006. Documento de trabajo 98/2006).
Un informe publicado hace unos años por el King’s Fund lo define de la siguiente manera: “...la nueva profesionalidad debería inspirar confianza en todas las personas que se relacionan con los médicos y conseguir la implicación plena de los médicos en la mejora de la atención sanitaria”.
A finales de 1999 la Federación Europea de Medicina Interna, la Fundación ACP-ASIM (American College of Physicians-American Society of Internal Medicine [Colegio Americano de Médicos-Sociedad Americana de Medicina Interna]) y la Fundación ABIM (American Board of Internal Medicine [Comité Americano de Medicina Interna]) aunaron sus esfuerzos con el objetivo de lanzar el Medical Professionalism Project (Proyecto de Principios y Responsabilidades de la profesión médica en el nuevo milenio). Sobre la idea compartida de que el compromiso de la medicina con el paciente se enfrenta a toda una serie de desafíos impuestos por causas externas derivadas de los cambios que está experimentando la sociedad actual, sus puntos de vista pusieron de manifiesto que la concepción y las ideas básicas sobre la profesión que tienen los facultativos de sistemas sanitarios muy diversos guardan gran similitud. La iniciativa fue publicada simultáneamente en Lancet, Annals of Internal Medicine y Medicina Clínica:
Medical professionalism in the new millennium: a physicians’ charter.
  





 









Las tres organizaciones designaron a varias personas para redactar unos «estatutos» que recogieran los principios que todos los profesionales médicos deberían suscribir, con la idea de ser aplicados en sistemas políticos y culturas diferentes.
El preámbulo del documento establece que la profesión constituye la base del contrato de la medicina con la sociedad. El ejercicio de la profesión exige situar los intereses de los pacientes por encima de los del propio médico, fijar y cumplir los estándares de competencia e integridad y prestar a la sociedad un asesoramiento experto en materia de salud. Los principios y responsabilidades de la profesión médica deben ser perfectamente entendidos tanto por los profesionales de este ámbito como por la sociedad en su conjunto. Es esencial para este contrato que la población confíe en los
médicos; para que exista esta confianza es necesario que tanto cada facultativo en particular, como la profesión en general, demuestren su integridad.
Para ello establecen un conjunto de principios fundamentales y un compendio de responsabilidades profesionales:

Principios fundamentales

• Principio de primacía del bienestar del paciente
• Principio de autonomía del paciente
• Principio de justicia social

Responsabilidades profesionales
·          Compromiso con la competencia profesional
·          Compromiso de honestidad con los pacientes
·          Compromiso con la confidencialidad
·          Compromiso con el establecimiento de relaciones apropiadas con los pacientes
·          Compromiso con la mejora de la calidad de la atención sanitaria
·          Compromiso con la mejora del acceso a la asistencia sanitaria
·          Compromiso con la distribución justa de los recursos finitos
·          Compromiso con el conocimiento científico
·          Compromiso con el mantenimiento de la confianza gestionando los conflictos de interés
·          Compromiso con las responsabilidades profesionales.


Un listado aplicable y asumible sin duda por cualquiera de (todas) las profesiones sanitarias, no sólo por los médicos. Tal vez algunos consideren que se trata de una simple enumeración retórica de buenas intenciones, pero más allá del pesimismo, la resignación o la indolencia, este enfoque demuestra que hemos de seguir empeñados en esa gran empresa ética que supone seguir construyendo y creando, día a día, un sistema de asistencia sanitaria más justo, más equitativo, más seguro, más coste-efectivo, de mayor calidad y, en definitiva, más humano...

(Continuará…)
 

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